miércoles, 29 de septiembre de 2010

Primer día en el Jardín Parte I - Colegio San José - Gualeguay; Entre Ríos

Por Arnold Coss

De nada le habían servido a la querida "Seño Taqui" los años de universidad ni toda la teoría que había estudiado en ella.
Era su primer trabajo en la profesión que siempre había soñado, y los días previos al inicio de curso había estado tanto o más ansiosa que cuando la habían dejado ir de viaje sola por primera vez.
Era capaz de ponerse en la situación de esas criaturitas desconsoladas con sentimientos de abandono, pero estaba tan bloqueada que era incapaz de encontrar una solución medianamente razonable.
Ponerse ella también a llorar no mejoraría la situación, pero era lo que su cuerpo le pedía.
Habría sido más fácil seguir entregando los cachorros de perritos en la veterinaria de su tío, donde las únicas condolencias se las daría al pobre perrito al momento de ser vendido a un cliente

"Yo tenía veintiún perritos,
uno lo vendí a un cliente.
No me quedan más que veinte."
- ¡Ya está! -pensó en voz alta.

Cantar siempre había sido una buena cura en momentos de tensión.
Primero echó un vistazo al aula y pensó: "ni en las mejores guerras podría haber tanto caos", pero la situación empezaba a parecerle divertida.
Uno de sus alumnos, Pablo Federico Agustín, después de llorar todo lo que pudo y más, decidió tumbarse en el suelo, con las manos enlazadas detrás de la nuca a echarse su siesta matutina y siguiendo su aplastante lógica: "Al mal tiempo, buena cara".
Caminó despacio hacia la zona acolchada, se sentó en el suelo y comenzó a cantar.
Gustavo, seguía de cerca a la que iba a ser el segundo gran amor de su vida -después, por supuesto, de su madre- ... su Seño. Y cuando la escuchó cantar, comenzó a imaginarse una fábrica de mamás y seños donde les enseñaban canciones, que espantaran los miedos y quitaran los mocos, porque no era posible que su mamá y su seño -a la que no había visto nunca- supieran la misma canción que tanto le gustaba.

Al parecer, Gustavo no era el único que estaba escuchando cantar a la Seño Taqui (en aquel tiempo no se usaba la "k"). Poco a poco los nuevos inquilinos del aula comenzaron a sentarse alrededor de "la Seño" y Gustavo sintió en ese momento que le iban a salir muchos competidores por su nuevo amor. Así que se sentó junto a ella, le agarró con una mano su falda y decidió acompañar -con algunas palabras que sabía pronunciar- aquella melodía mágica...

Un recuerdo especial a mis "amiguitos del jardín", de los que poco a poco voy recordando quienes fuimos y donde nos perdimos.

Gustavo Sergio Dunat
Pascual Martínez
Laura Zignego
Mariana Schubert (así?)
Paula Miura
Hernán Heichman
Juan Pablo Diorio (un dibujante como pocos)
Claudia Kablan
Celmar Chesini
Mario Capurro
Alba Delavy
Manteca (chico) Larribey
Marcelo Bardallo
Pablo Federico Agustín Carraud
Carlos Pausen

Me faltan algunos más y ya no me acuerdo ni como se escriben los apellidos…. Un beso o abrazo según corresponda..

jueves, 16 de septiembre de 2010

Recuerdos del ser niña y mujer


A lo largo de mi vida he conocido a muchas personas. Unas forman parte de mi mundo, otras estuvieron pero tomaron caminos diferentes y de otras simplemente no queda ni el nombre.

Cuando aun era una niña, recuerdo la importancia de las amigas, esas con las jugaba en el recreo o en las tardes de buen tiempo en Villaguay.
- ¡Mama!, mi amiga Marta me ha dicho que ...
- ¡Mama!, Marta no me gusta
- ¡Mama!, María no quiere jugar conmigo ...

Mi colegio era femenino (hablo de mediados de los sesenta y primeros de los setenta) y nosotras encantadas porque los niños solo estorbaban.
Yo me quedaba a comer así es que el grupo de amigas lo formábamos las que estábamos más tiempo juntas. Éramos inseparables.

En todos los grupos siempre hay un líder y nosotras también la teníamos. Era la que decidía a que jugábamos y cuando y la seguíamos a pies juntillas. También era la que lo sabia todo, la que nos descubría los misterios de la vida.
Ella fue la que nos informó, con cara de mayor y de "pobrecitas de lo que se van ha enterar", de que los Reyes Magos no existían, que eran los padres.

- ¡Mamáaaaaaaaaaa! Susana dice que los Reyes Magos no existen.
Y mi pobre madre con cara de pena por la inocencia perdida, me confirmo la triste noticia, pero recurrió a "que ya era mayor" para que no se lo contara a mi hermano porque aun era pequeño (solo le llevo un año). Y con este pacto consiguió mi silencio.

De la misma manera nos enteramos de que ¡tampoco existía el Ratoncito Pérez!

- ¡Mamaaaaaaaaa! Susana dice ...
Y mi madre la misma cara de pena y cierto aire de "a Susana la voy a matar"

- ¿Sabes? a los niños no los trae la cigüeña, salen de la tripa de las mamás.
- ¡Hala! ¿si? ¿y como se meten ahí?
- No se meten tonta, están siempre ahí pero son muy pequeñitos. Cuando los papás le dan un beso en la boca a las mamás empiezan a crecer y cuando son grandes el medico los saca.

- ¡Mamaaaaaaaaaaaaa! que Susana dice que los niños ...
A estas alturas mi madre estaba dispuesta a cargarse a Susana.

Y mientras mis amigas espiaban a sus padres para ver si iban a tener algún hermanito, yo estaba tan tranquila porque mi mamá no tenia a mi papá para darle besos.

Y seguíamos creciendo entre juegos y confidencias. De repente un día en clase de gimnasia, nos dimos cuenta de que una compañera llevaba sujetador, y fuimos corriendo a ver que le pasaba. No le pasaba nada malo, evidentemente, simplemente su cuerpo estaba cambiando.

- ¿Y a nosotras también nos van a crecer las tetas?
- claro ¿o no ves que todas las mujeres las tienen?
La verdad que no, nunca había pensado en mí como mujer ¡era una niña!

- ¡Mamaaaaaaaaaaaaaaa! ...
Pero no solo tuvimos que empezar a llevar sujetador (los de entonces picaban como demonios porque no existía la lycra), si no que empezaron a salirnos pelos donde no pensábamos que pudieran salir y nos mirábamos las unas a las otras para descubrir si había más cosas que nos tenían que cambiar.

- ¡Mamaaaaaaa! ...
- No te preocupes hija, que con la cera te los quito y ni se nota.
- ¿Qué cera? ¿esa que calientas en ese cacharro de lata?
- Si, pero no te preocupes, que no te vas a enterar.
- ¡Como que no me voy a enterar si me vas a poner encima una cosa que quema y luego me vas a dar un tirón! Además ¿para que salen estos pelos si luego hay que quitarlos cada dos por tres por que siguen creciendo?
- Cariño es que te estas haciendo mujer.
- ¡Pues yo no quiero ser mujer!

Y Susana nos seguía "educando" en los misterios de la vida, porque los cambios no habían terminado, quedaba el premio gordo. En aquellos tiempos había temas que en casa no se hablaban, pero que nos importaba a nosotras ¡si teníamos a Susana!
Gracias a ella nos enteramos que, llegado el momento, una vez al mes sangrábamos durante tres o cuatro días y que ¡encima dolía!
Ante tanta cantidad de información no deseada yo me callaba, pensando que a mi eso no me iba a pasar.

- ¡MAMAAAAAAAA!
- ¿Qué te pasó? (llegó corriendo y con los ojos desorbitados porque mi grito se había oído en todo el pueblo).
- ¡Ay hija que susto me diste! contestó mientras yo le enseñaba la prueba de mi "cambio"
- No pasa nada mi amor, ¡ya sos mujer! solo eso. Mira te tenes que poner una compresa así ...
Y ahora tienes que tener cuidado con los chicos, no dejes que te toquen, porque desde ahora vas a llamar la atención y tienes que ser decente porque así los chicos te valoraran más.

¿Como que ya era mujer y que solo era eso? ¿y que tienen que ver los chicos en esto? que no, que estaba sangrando y que era eso de que ahora me tenia que poner esos "pañales", porque eran unos tubos de gasa rellenos de un montón de capas de algodón que abultaban como una caja de cigarrillos y por supuesto no tenían adhesivo, ni alas, ni celulosa ultra absorbente, ni venían en discretos envoltorios, ni se sabia lo que era la palabra "extraplana"

- Pero mamá Susana dice que hay unas cosas que se llaman tampones ...
- ¡Mira estoy podrida de Susana! y de tampones nada, que esos no son buenos.

Pero ¿como que no? ¡si son el mejor invento después del lavarropas!

Y las hormonas empezaron de repente a tener vida propia, empezamos a sentir cosas que no conocíamos pero ahí estaba Susana para explicarlo todo. Ella fue la primera que se besó con un chico y, por supuesto, nos dio todo tipo de detalles, porque nosotras queríamos estar preparadas y saber que teníamos que hacer cuando llegara el momento.
- ¿Que te metió la lengua en la boca? ¡que asco!
- No, no da asco, ya van a ver como les gusta.
- Eso te gustará a vos, a mi no me mete la lengua en la boca nadie.

Y apareció el primer amor, ese que es el único, el hombre de mi vida, mi Romeo. Y llegó el primer beso y a este le sucedieron otros. Como también hubo otros amores, tan dramáticos como corresponde a esa edad.

Terminamos el colegio y cada una siguió su camino, pero me acuerdo de todas ellas, de su nombre y apellidos, de sus caras. Todas aportaron su trocito a mi vida y me gusta pensar que ellas también me recuerdan con el mismo cariño

Gracias por el préstamo

lunes, 13 de septiembre de 2010

Cajones y Otros Absurdos

por Pablo Neruda
Los sentimientos son recuerdos pendientes, los recuerdos se transforman en imágenes, las imágenes se disuelven en pensamientos, los pensamientos de repente son ideas que no cesan de acuciar para que ordene un escritorio atestado de escombros materiales y cosas absurdas.
Entre varios papeles envejecidos y arrugados, encontré una promesa. No supe recordar exactamente el porqué de la promesa, así que continué haciendo limpieza. Al retirar una caja que contenía grapas, clipes y un par de anillos, salió un atardecer de septiembre arrastrando tras de sí un olor a hojas secas, a tristes melancolías y a sangre del día derramada; a congojas amarillas, a orgasmos de memoria y a nubes de fuego incendiadas.
Dispuse la promesa que había hallado al principio en un cajón de mi mesita de noche junto con el aroma del atardecer, a ver si por aquellas se animaba y me hacía recordar la razón de su presencia. Me dio la impresión de que los dos se daban la espalda..., pero lo dejé pasar, pues nunca se me dio bien distinguir dónde tienen las promesas y los olores sus respectivas espaldas.
En una esquina, entre caramelos para la tos y un sello de lacre Luis XV, bullía un sentimiento. Si yo fuera un periodista de renombre ya habría escrito un gran artículo, pero como no lo soy, no me atreví a colocar el pasado pluscuamperfecto con el imperfecto. Me limité a mirarle de reojo por si hablaba y conseguía identificarlo. Seguí con la limpieza y supuse que quedaría en un asunto pendiente, un sentimiento sin catalogar. Podría haberlo metido en otro cajón diferente, pero me recorrió un escalofrío cuando me imaginé por un momento que siguiese mudo por mucho tiempo y que, al abrir el cajón, se me revelase de pronto como un anhelo intenso reprimido en un recuerdo. Los cajones nos sorprenden cuando menos lo esperamos.
Si yo fuese un escritor de renombre, ya habría tenido suficiente material para escribir un best-seller. Como no lo soy, me limitaré a sentir el sentimiento esperando darle un nombre junto con la promesa de no olvidarme jamás de su olor.Quién sabe si alguno de vosotros puede ayudarme a reconocerlo...
Hiciste un semillero de ilusiones
que vivió ingenuamente en mi tristeza.
Lentamente. Fue el jugo de rencores
echados sobre el jugo de rencores
sobre el manto de la ilusión ingenua.
En mi torre de odios tuviste una ventana
(Un vidrio ilusionado, transparente y gentil.)
Ya se quebró. Es inútil que te llame mi amada
porque, mujer, en una negrura te perdí.

"Y te perdí mujer. En el camino..."
Pablo Neruda

Escena XIX


¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Monólogo de Segismundo.
Pedro Calderón de la Barca
Ningún sueño encaja por sí solo. A veces los sueños se tocan con los bordes y otras veces se tapan completamente unos a otros, como piedras debajo de un río.Anoche soñé que me había dejado los sueños olvidados en una isla. De pronto apareció un hombre que andaba buscando los pedacitos de un sueño mientras daba vueltas y vueltas por el mío; los recogía, los ataba con una cinta y los guardaba bien guardados. Pero no estaba solo; le seguían un enjambre de sueños que exigían a grito pelado ser soñados.
Habían sueños con sombrero de copa,
sueños de nombres capicúa,
sueños envasados al vacío,
sueños rellenos de trufa,
sueños con dedicatoria,
sueños jamás soñados,
sueños con peinetas,
sueños hiperbóreos,
sueños canjeables,
sueños de papel,
sueños autistas,
sueños polares......
todos sin alas, todos haciendo cola. Comprendí entonces que allí era donde iban los sueños que siempre esperé,
De La Barca