martes, 17 de diciembre de 2013

Cada tanto pasando por acá

Persona_escribiendo : Beb? escribiendo en un teclado de ordenador port?til con un fondo blanco aislado Foto de archivo

por Arnold Coss
 
Algunos amigos y/o conocidos y  porque no desconocidos también, de alguna forma u otra me han hecho caer en la cuenta que este pequeño mundo de Arnold Coss,  ha quedado desatendido y olvidado ya por un buen rato.

Y es que cuando uno quiere, puede encontrar excusas para (casi) todo. El trabajo, el tiempo, las obligaciones diarias o más sinceramente, el puro y liso desgano. El miedo a acercarme (de nuevo) a esta hoja en la pantalla y no saber qué esperar, a qué nuevas historias contar, como que no se sabe a que me enfrentaré al final de esas historias. Esa extraña sensación  de ser otro mientras las palabras, ideas y sensaciones van fluyendo, adquiriendo forma de la nada, o de algo que alguna vez paso y vagamente recuerdo. Muchas veces he experimentado la locura de escribir sin parar cosas que se habían perdido casi sin remedio en esos rincones del cerebro, a los que vamos solamente a mendigar un poco de existencia del pasado.

El tiempo, particularmente se ha vuelto demasiado veloz para mi gusto particular y en esta época de fiestas, pareciera que transcurre más de prisa aún. La moda de los blog casi ha desaparecido y pocos andan por acá, es como si la necesidad de contar se borró de un plumazo. Por ahí, sepultado por las inmediatez de las demás redes sociales, el discurso creado y pensado, (más o menos), ha dejado de tener algún interés. No existe demanda, por lo tanto la oferta ya no tiene importancia. 

Cada tanto recorro alguno que otro y veo que en su gran mayoría no tiene actualización en este año (y ya paso TODO un año). Me da lástima pasar por “La palabra Desnuda” y ver la misma foto y artículo que desde hace tanto tiempo ha quedado como petrificado y pienso esto también, YA ES PARTE DEL PASADO, pero lamento más que mi amigo Claudio, haya dejado de hacer algo que le llenaba su alma de comunicador.
Decía el viejo Borges que es de caballeros siempre luchar por causas perdidas. Yo no soy caballero ni mucho menos,  (no tengo talento ni ganas de serlo), pero a Borges hay que creerle no?, por eso he decido y por el lado contrario del resto y quien no te dice que junto con algunos otros trasnochados, echemos a rodar un rato más este lugar. Pero (siempre hay un pero), quizás y casi seguro así será, esta cruzada personal, seguro ya de entrada estará condenada al fracaso. Será inútil? Quizás no.

Entonces, por puro gusto (joder), vuelvo por estos lares. Ahora tengo ganas de escribir porque se me cantan las ganas, un poco  para mí y para las tres o cuatro personas que alguna vez me lo pidieron. Gracias por estar del otro lado CADA TANTO PASANDO POR ACA, Repasando vida.


Ahí vamos nuevamente….

viernes, 6 de diciembre de 2013

JUNTAS, PERO NO A LA PAR.


por Arnold Coss

Desde pequeñas, Carmen y Valentina, habían notado sensibles diferencias personales a pesar de haber nacido mellizas. Desde el vamos, su mamá Raquel, opto por el nombre de Carmen, que al entrado los ochenta sonaba a nombre de décadas pasadas, sin embargo Valentina era un nombre que de por sí sonaba a futuro como si quisieras salir rápido al mundo para explorarlo y sentirlo.
Nadie se propuso que ellas fuesen distintas, pero la vida las fue exponiendo naturalmente y las diferencias afloraban en casi  todos los aspectos, salvo en su nivel intelectual ambas profesionales de altas calificaciones y en el amor por su familia.
Carmen desde temprana edad, se acostumbró a permanecer firme en sus convicciones y su concentración en los detalles de la vida cotidiana, la mostraron inmediatamente en el rol de responsable y segura, imagen que nunca estuvo en discusión y que la acompaña hasta estos días. Su postura pensante y evolutiva, hace que cuando termina una relación personal, ella analice las variables desde el otro, -qué hizo mal para no retenerme? Puede aquí estar una de sus conclusiones, y en busca de los eternos balances de los momentos transcendentales de su vida, tiende a enumerar una lista de cosas en las que piensa que el otro se equivocó y en actitud digna, medida y madura, le pide que enumere todas las cosas que ella podría haber mejorado. En esta parte de su vida, siempre me ha intrigado si los afectos le llegan verdaderamente al corazón o solamente hasta la periferia, es como que siempre estuviese preparada para la ruptura, por lo tanto, estar preparada para no sufrir. Su frase de cabecera siempre será: “No nos hagamos más daño”

En la relación cotidiana con su pareja, Carmen aprendió que hay terrenos complicados con los que evita ciertos temas explosivos. No nombrar a algunos miembros de la familia, y ser particularmente tolerante con los hábitos y rutinas que el otro no puede abandonar. No tiene sentido seguir peleando sobre lo mismo después de tanto tiempo, mientras tanto, el vínculo se va resquebrajando. Su conclusión meditada será: “Yo lo conocí así, ahora no le puedo pedir que cambie”.

Hace unos años, la vi luego de un mes de vacaciones. Antes de deshacer las valijas, ya había evaluado el daño, tenía todo planeado, un plan riguroso de alimentación para perder esos kilos demás lo antes posible. Por supuesto que tenía contratado un gimnasio y la consulta con un especialista para que la contenga. Encasillada en su objetivo, concluía en una frase importante para llevar adelante sus planes: “Sólo por hoy”.

Carmen no sería ella si no fuese a Pilates, si no hiciera gimnasia con música y cada tanto practique yoga o salga a caminar como una autómata, con un solo plan, querer sentirse bien. No sabe cuántas calorías quema, ni que ejercicios hacen mejor para mantener firme su cola, eso no le importa, necesita saber que “algo hace”, su eterna filosofía rezará: “Mente sana, cuerpo sano”.

Me daba  risa su desvelo por el pelo, siempre prolija y arreglada, no puede permitirse el lujo de estar despeinada, por eso conserva su peluquero de toda la vida, al que visita cada mes para que le haga lo mismo de siempre: cortarle las puntas, baño de crema y retoque por doquier. No es ajena a las posibilidades de imaginar un cambio: un desmechado, otro color, cortarse bien corto, sueña y moriría por algo salvaje. Pero como no podría ser de otra manera, tiembla al pensar que le quedaría ridículo y en todo lo mal que lo va a pasar esperando que crezca de nuevo. Su gran miedo: “arrepentirse de lo que hizo”.

Carmen y mi amigo Fernando, salieron un tiempo y él me confirmo al detalle cada uno de estas observaciones sobre su personalidad. Me hizo hincapié también, en la dedicación y excelencia al momento de hacer el amor, dando una imagen muy distinta a que se pudiese presuponer. Me contó también que esas artes adquiridas, le habían costado tener que deshacerse de la pesada mochila que le acarreaba compararse con su hermana en otros órdenes, que por lógica la perseguían en su intimidad. Era evidente que había dominado todos sus movimientos, situación que solo lograría con un gran estudio pormenorizado de sus sentimientos. Su gran logro: “Ser muy buena en la cama y dejar huella”

Valentina, en cambio, es verborragia, vomita toda clase de reproches en un monólogo conspirativo y despechado que no deja lugar a réplica. Alterna los reproches con insultos y/o amenazas, (contra su vida, la de él y de la futuras novias), pedidos de reconciliación, llanto y confesiones deprimentes. Cuando el otro quiere hablar, llora desconsoladamente, porque es un animal y no mide lo que está diciendo. Se enorgullece de poder gritar a los cuatro vientos: “Te voy a hacer mierda”

Promete cambiar después de cada pelea, pero nunca cumple. Le vuelve a decir las mismas cosas que hasta hace un rato le recordaron que es molesta en su insistencia. Sigue preguntando en qué está pensando y le reprocha que nunca la escucha, sugiere que no la quiere ( y afirma que nunca la quiso), en todas las discusiones, aun sabiendo que la insistencia concluirá en un desastre. Si hay algo que no soportará jamás, es que le digan “tranquilízate o relájate” cuando está enfervorizada en la discusión. Tengo la certeza que ella anhela poder parar, pero indefectiblemente su arrebato es más fuerte. Conclusión, quiere pero no puede, aunque no importa “este a mí no me va a ganar”

Aprendió a controlar la angustia después de pesarse aunque el número la espante, rompió muchas balanzas a patadas, hasta que ya relajada al rato se haya comido dos porciones de pizza del día anterior, mientras llora desconsolada: Patea para adelante la gran decisión “Empiezo el lunes que viene”

Valentina, con aires de rápida resolución, llega al gimnasio dos días antes de empezar el verano, angustiada porque se probó una musculosa y ver que tiene los brazos más flácidos que el año pasado. Se la pasa preguntando cuántas calorías quemó en la clase y preguntándole a la profesora cuánto tiempo más le llevará ver cambios. Su filosofía: “Atormentada Sí, pero con mi cuerpo no se metan”.

Me sorprende con la rapidez que cambia de look. Cada mes un toque distinto y casi siempre no es por elección, sino para arreglar el desastre anterior. Se tiñó de negro un domingo que estaba aburrida, después se lo tuvo que decolorar para volver al tono anterior, y para rescatarlo le tuvieron que hacer seis baños de crema seguidos y cortarle seis o siete centímetros. Desde entonces, el pelo se le puso poroso, y para evitarlo, se lo alisó. Iba a esperar unos meses, pero canjeo unos puntos de la tarjeta de crédito y se hizo unas extensiones…. Su gran miedo: “aburrirse por no haber querido cambiar”.

No hizo falta que un amigo me cuente sus cualidades en la intimidad, ella misma se encarga, en ocasiones en forma sutil, en otras directamente, que es una leona amando cuando le corresponden su intensidad. Confieso que no es fácil escuchar algunos detalles, pero sus comentarios salen como cataratas, no hay lugar a repreguntar, en realidad no hay lugar ni si quiera a preguntar, ella tiene el control, contará lo que quiera y domina ese terreno mejor que ninguna. Su frase preferida es un poco intimidante, pero le encanta ver en el rostro del otro la expresión cuando le dice: “Esto es lo que soy, acá está todo”

Mis dos amigas, que por supuesto existen y cada tanto visito, son un gran alivio a mi vida de observador. Con ellas he aprendido a mirar lo que me gusta y lo que no de una mujer. Andan por ahí sin alejarse demasiado, no les gusta estar separadas mucho tiempo, no es posible captar la conexión entre ellas, pero saben a la perfección como cruzar sus límites y salir ilesas de la contienda.

A Carmen la puedo sentar horas y escuchar sus comentarios como verdades absolutas y con la firmeza de una mujer aplomada y medida. Podría sospechar que quizás conmigo, haya tenido alguna intención que fuese más allá de la amistad, pero nunca lo voy a saber concretamente. Por mi parte no se permitiría un descuido y por parte de ella, sé que no encajo en su tan estudiada y repasada vida.

A Valentina, todo lo contrario, hay que andar con pie de plomo, midiendo los comentarios, sé que un descuido, concluiría en serios arrepentimientos sin retorno. No porque no esté seguro que será divertido, pero durará lo que ella quiera y en los términos que ella quiera.

Podría decir que Carmen, te dará la satisfacción de sentirte acompañado sin descuidos ni misterios, con una imagen cuidada y bien tratada. Valentina, te propondrá vértigo y arrebatos, pero también le pondrá esa chispa de vida que a los hombres nos gusta, aunque protestemos para disimular, pero que en la intimidad disfrutamos cómplices y felices.

Lo cierto y real es que sabrán disfrutar las bondades de la vida a su alrededor. Dueñas de una inagotable fuente de seducción, a su manera y con sus estilos no pasaran inadvertidas donde quiera que vayan. Son dos seres que sin tener prácticamente nada en común, no tengo dudas en  llegará el día en el que se entiendan solamente con la mirada y sin mediar palabras.