viernes, 1 de octubre de 2010

Primer día en el cole - Parte II - Colegio San José - Gualeguay; Entre Ríos

por Arnold Coss
Pero ¿Por qué a nadie le importaba su opinión? ¡No quería ir! Sus padres y hermanos habían llegado al acuerdo táctico de recrearle lo divertida que iba a ser la nueva aventura y manifestaban un entusiasmo desmesurado. Pero él no se dejaba convencer ¿Por qué iba a querer cambiar su magnífica situación? no quería compartir juguetes, ni subir a muchas hamacas, ni tampoco aprender canciones nuevas... ¿Cómo iba a querer algo así? Y sobre todo ¿Cómo ellos insistían en prescindir de la brillante sonrisa que usaba con sobrada consciencia, de hacerle el almuerzo, ayudarle a juntar las piezas del juego de construcción o compartir los sorprendentes descubrimientos sobre el mundo que hacía a cada instante?
Demoró todo lo posible la salida de casa, poniendo a prueba la paciencia de Anamaría e incluso la suya propia. Pero su madre, por lo visto, se había levantado preparada para afrontar estoicamente las artimañas más eficaces que guardaba en su catálogo. Manifestó -a sollozos- su disconformidad con ese complot. Lo manifestó en la panadería de Manolo, en el quiosco Tatín, en la esquina donde Manucho sentado en el umbral dirigía la orquesta de su negocio...
Regó, con un alarido de auxilio, cada rincón que piso pero nadie acudía a salvarlo.
Cuando se quiso dar cuenta ya estaba frente a ese lugar, que tenía aspecto realmente amenazador. Una orquesta de llantos, mocos, pañuelos y súplicas atormentaba el lugar, y se unió a la sinfonía mientras repetía una frase que acababa de captar y le parecía realmente buena:
- “¡Mami! ¿Ya no me quieres? ¡Buaaaa!” (así en idioma neutro y todo, cual galán de telenovela colombiana)
Pero mami no estaba dispuesta a ceder. Quizás un instante de duda llegó cuando el fotógrafo habido de registrar la mejor toma, cual ampliada y presentada en un lindo cuadro, seguramente adornaría por el resto de los días un rincón del Living, junto al de sus hermanos mayores.
Sin cesar en el lamento, que ya no iba acompañado de lágrimas, se vio solo en esa habitación. Solo, junto con 18 sollozos desconsolados. Hasta que reparó en Silvia. Una mujer que miraba con ojos clavados en aquella caótica escena sabiendo que era el primer día de colegio para todos, incluso para ella...

“Mi más tierno recuerdo y sincero agradecimiento a mi maestra de 1er. Grado Silvia Benedetti” por la paciencia y por transitar tan dulcemente aquellos días tan especiales.

No hay comentarios: